Especialistas alertan que fracturas sociales son caldo de cultivo para la formación de futuros delincuentes e invitan al desarrollo de sistemas articulados de protección.
Los “coco seco” fue el término acuñado por el abogado criminalista Fermín Mármol García para describir a la nueva casta delincuencial de la Venezuela del siglo XXI, caracterizada por jóvenes menores de 25 años que ingresan a bandas donde consumen drogas y no dudan en usar las armas cuando “el jefe” les ordenaran disparar.
El término cobró auge a raíz del asesinato de la actriz venezolana Mónica Spear y su ex esposo Thomas Berry durante un robo en una autopista nacional el 6 de enero de 2014. En el hecho estuvieron involucrados dos adolescente de 15 y 17 años de edad, quienes admitieron su participación en el doble homicidio y fueron condenados a cuatro años de privación de libertad y seis meses de regla de conducta.
Tres años después una noticia vuelve a estremecer al país. En esta oportunidad los protagonistas son una banda de niños con edades comprendidas entre 6 y 15 años, quienes presuntamente liderados por una jovencita de 15 años asesinaron a dos miembros de la Guardia Nacional Bolivariana a cuchilladas, luego de haberle arrebatado el bolso a uno de ellos la madrugada del domingo 19 de marzo cuando salían de un local nocturno en el boulevard de Sabana Grande.
Mármol García afirma que el primer calificativo posible que se les puede endilgar a estos menores de edad es el de “víctimas”, sin importar si son imputables o inimputables: “Ellos son los hijos del embarazo precoz, de la paternidad irresponsable, del padrastro maltratador, la deserción escolar y de la ausencia de políticas públicas preventivas”
El sociólogo Luis Cedeño, director de la ONG Asociación Civil Paz Activa, ha denominado a estos menores como los “huérfanos de la violencia”: “Usualmente son ellos quienes llevan el legado de haberse quedado sin padres, hermanos o amigos por culpa de delincuentes que les arrebataron la vida. Para ellos la delincuencia ‘a mano armada’ es una forma de vida”
Hiperonimia social
Para Maryclen Stelling, socióloga y coordinadora del Observatorio de Medios en Venezuela, la reciente noticia sobre menores asesinos no debe ser tomada como un hecho aislado, pues refleja con claridad el llamado «espiral de la pobreza”. A su juicio, se pone de manifiesto la desestructuración de la familia, el resquebrajamiento de la educación, una estructura normativa y valorativa en destrucción y una evidente situación económica de pobreza que ha dado pie a “una situación donde se ha impuesto como valor la violencia”.
Stelling sostiene que la sociedad venezolana se ha convertido en un conjunto social carente de leyes donde impera el irrespeto a normas, corrupción, impunidad, abuso y evasión de espacios y responsabilidades públicas.
Hernán De Oliveira, psicólogo social con experiencia con jóvenes en situación de calle, explica que el principio psicológico de estos infantes es que al carecer de familia no tienen ningún tipo de modelo positivo al cual imitar y además no respetan ninguna norma. Explica que los niños por estar en un proceso evolutivo y de desarrollo, necesitan de la figura del hogar porque éste cumple un papel normativo para que puedan (los infantes) crecer en un entorno cuyo desarrollo moral sea sano y les permita diferenciar lo bueno de lo malo.
Mujer: “Víctima” de la crisis
Para el especialista De Oliveira la figura femenina es un aspecto de relevancia crucial para controlar la violencia en un delincuente. El psicólogo asegura que el “rol de la madre marca de forma definitiva” el devenir de los individuos. Sin embargo, en un contexto de creciente crisis económica la madre ha debido pasar de ser el centro socializador del hogar a invertir largas horas del día en conseguir alimentos y procurar sacar adelante a los hijos, obligada por la crisis económica.
En los casos de madres que abandonan a sus hijos, el psicólogo sostiene que sistemas secundarios de roles femeninos como tías, abuelas, hermanas, novias o hijas pueden “salvar” al delincuente.
Cedeño explica que la mujer como “victimaria” ha jugado un rol específico dentro de ciertas estructuras criminales en el país, pero sus actuaciones se han transformado. Detalla que entre sus nuevas funciones se cuenta ser encargadas del arsenal armamentista, porque “es menos probable que sean requisadas” por las autoridades. Añade que las féminas también han asumido roles administrativos como el manejo de las bandas de ‘bachaqueros’ o ser las las encargadas de vender y revender los objetos sustraídos en robos y hurtos, por ejemplo.
Castigo o protección
La violencia parece llegar cada vez más a temprana edad a los hogares venezolanos. Sin embargo, a la hora de ejercer medidas de aprehensión contra los menores de edad, Cedeño explica que a los efectivos policiales les resulta difícil retener a los jóvenes porque no los pueden ubicar en retenes convencionales, debido a que esto atenta contra la Ley Orgánica para la Protección de Niños, Niñas y adolescentes (Lopna).
“Tienen (a los niños) que remitirlos a un fiscal y a un retén de menores. Pero la situación de los retenes del país es muy precaria. La mayoría tiene una sobrepoblación de 300% y 400%”
Mármol García explica que en 2015 se oficializó la Reforma Penal de la Lopna donde se modificó la edad válida para las sanciones, por lo que a los menores de 14 años de edad no se le puede atribuir hechos punibles, ni oficiar sanciones sino dar protección.
¿Qué hacer?
El trabajo primario para abordar este fenómeno social, afirma el sociólogo Cedeño, tiene que ver con reducir los índices de impunidad e implementar las reglas claras donde tanto jóvenes como adultos entiendan que si se comete un acto punible tiene que tener consecuencias inmediatas y proporcionales.
De Oliveira, por su parte, sostiene que la Lopna es muy clara y cumple un papel importante con un nuevo paradigma de protección basado en la corresponsabilidad: “La familia es responsable del muchacho, pero también la sociedad y el Estado. Si falla un sistema los otros dos deberían funcionar adecuadamente”
Para Mármol García el camino debe abonarse con 3 acciones primordiales:
- Seguridad ciudadana. Mediante el reclutamiento de profesionales para engrosar las filas de los cuerpos de seguridad.
- Inversión. Reduciendo el gasto militar para potenciar las instituciones, para robustecerlas en lo tecnológico y en el capital humano.
- Represión. A su juicio hay que demostrar que no existen “intocables”, y que todo aquel que viole la ley va a ser sancionado.
Fuente: Hinterlaces