- Se estima que pueden existir hoy en día cerca de 10 megabandas en el territorio nacional, incluyendo a las que operan desde los penales.
- La Megabanda que vemos surgir en contraposición a la banda tradicional enmarcada a un entorno geográfico particular, busca replicar el éxito que han tenido los pranes de las cárceles en cuanto a capacidad de fuego y peso de negociación con las autoridades del Estado
13-07-2015 Luis Cedeño | Con preocupación vemos el auge que ha tomado un nuevo fenómeno dentro de la criminalidad en Venezuela. Tradicionalmente, la expresión de esta criminalidad la teníamos en el criminal oportunista y en el criminal de pequeñas bandas con arraigo territorial en sus comunidades de origen. Así fue por mucho tiempo.
El origen de organizaciones criminales más complejas en el país se presenta con el fenómeno del denominado “Pran” de las cárceles. En los últimos 10 años se fueron forjando organizaciones criminales complejas que fueron cooptando los espacios del sistema penal, ejerciendo un control férreo en la administración de sus espacios internos, degenerando en una suerte de feudos dentro de los recintos penales, donde el “Pran” regula todo lo que sucede dentro de sus paredes. El Estado se presenta solo como un elemento formal al exterior del penal, pero su control absoluto lo ejerce estos jefes criminales que ahora controlan la vida de cientos de criminales que quedan a su disposición para ejercer actividades criminales intra y extra muros del penal.
Dentro de los penales que son administrados por la criminalidad organizada, podemos señalar el manejo de lucrativos negocios criminales. Las armas cortas y de guerra, drogas, alcohol y trata de personas son parte de la economía interna del penal, y delitos como secuestro, extorsión y sicariato son planificados y ordenados desde los penales en el país. Para muchos de estos “Pranes” la vida en la cárcel les brinda una estructura criminal y protección difícilmente accesible en las calles. Es por ello que prefieren seguir dentro del sistema que fuera del mismo.
La Megabanda que vemos surgir en contraposición a la banda tradicional enmarcada a un entorno geográfico particular, busca replicar el éxito que han tenido los “Pranes” de las cárceles en cuanto a capacidad de fuego y peso de negociación con las autoridades del Estado. Este nuevo tipo de banda puede estar conformada por más de 50 personas, que tienen conexiones con bandas locales dentro de un eje donde desarrollan su actividad criminal, pudiendo conseguir apoyo a sus operaciones de una red que puede extenderse en su primer círculo a más de 200 actores criminales. Lo que hace particular a este tipo de bandas no sólo es su número de integrantes sino una organización superior que les permite el acceso a armas de fuego de grado militar, como los fusiles automáticos de ataque AK-47 y R-15, granadas fragmentarias ofensivas entre otros elementos especializados que pueden incluir algún tipo de armadura corporal. Este armamento lo hemos visto reseñado en los recientes sucesos ocurridos tanto en la Cota 905 en Caracas como en los estados de Aragua y Guárico.
Se estima que pueden existir hoy día cerca de 10 Megabandas en el territorio nacional, incluyendo a las que operan desde los penales. Entre las más conocidas por los medios de comunicación son las del “El Picure” y la de “Juvenal” identificadas por los nombres de sus cabecillas. Se dedican primordialmente a actividades de alto lucro como lo son el secuestro, la extorsión, robos a bancos y joyerías y sicariato. Su actividad tiene una cobertura geográfica importante, que se puede extender a todo un Estado o varios en alianza con bandas locales que prestan apoyo logístico en busca de compartir las inmensas ganancias que genera la Megabanda.
Si bien, las zonas de paz representan un éxito en su capacidad de negociación con el Estado, al dejar los cuerpos de seguridad excluidos de ciertas zonas, éstas se convierten en zonas francas para estos grupos. Por otra parte, han sido exitosas en organizarse y mantenerse en el tiempo en la medida en que el Estado central ha debilitado a las policías civiles en favor de un modelo militarista de la seguridad ciudadana. Esto ha hecho posible, por un lado las bandas desborden la capacidad de respuestas de las policías en capacidad de respuesta de fuego, y por otro lado ha acercado a los militares a la actividad criminal, en gran medida corrompiéndose habilitando el acceso a un arsenal bélico al cual no tenían disponibilidad en el pasado. Los militares se han convertido en el elemento promotor de este fenómeno, en las cárceles, donde administran la seguridad de las mismas, y ahora en las calles donde ejercen una actividad policial para la cual no tienen el entrenamiento adecuado ni tampoco el equipamiento correspondiente que termina por violencia o corrupción, en manos de estas bandas criminales.
Descargar adjunto:
Megabandas en Venezuela