Informes realizados por dos ONG diferentes indican que los grupos criminales son el factor clave en el recrudecimiento de la situación de seguridad pública en Venezuela, más difícil que nunca, y en una de las tasas de homicidios más altas del mundo.
Unos 337 policías, militares y personal de seguridad privada cayeron muertos en 2015, sólo uno menos que el año anterior, según reveló la ONG venezolana Fundepro de acuerdo a un artículo publicado por el periodista Javier Mayorca.
Los homicidios de personal de seguridad mostraron un pronunciado incremento en 2014 y parecen haber mantenido esa tendencia, con un promedio de seis homicidios por semana en 2015. El personal de seguridad caído en el ejercicio de su labor muchas veces murió como resultado de emboscadas de criminales que buscaban robar sus armas, indicó el vocero de Fundepro Donnagee.
Entretanto, la tasa total de homicidios en Venezuela para 2015 alcanzó un histórico número de 90 por 100.000 habitantes, según afirma la ONG local Observatorio Venezolano de Violencia (OVV) en su informe más reciente.
El crimen organizado ha jugado un papel clave en la lucha entre grupos por territorio y por el control de actividades como narcotráfico, secuestro y extorsión, afirmó el OVV.
Por ejemplo, en el estado de Lara, en el occidente venezolano, las autoridades han visto un aumento de casi 20 por ciento en los homicidios múltiples, muchos de los cuales estuvieron relacionados con disputas criminales, como lo informó El Impulso, citando al Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (CICPC).
“Los grandes grupos del crimen organizado son la clave para entender este cambio en los homicidios múltiples”, anunció el director del OVV Roberto Briceño León.
Análisis de InSight Crime
El incremento generalizado de la violencia en Venezuela se ha dado en medio de un deterioro general en los estándares de vida, la escasez de alimentos y la agitación económica. Esta tendencia se ha visto exacerbada por la guerra política librada actualmente entre el gobierno y la oposición, que ha desplazado la política de seguridad muy abajo en la lista de prioridades, y ha fomentado el florecimiento de las economías informales e ilegales, en las que el crimen organizado ha tenido un gran papel.
Desafortunadamente el gobierno venezolano no hace más que empeorar la situación con su política de no divulgar estadísticas claves sobre criminalidad, como la tasa nacional de homicidios.
La situación resultante es un terreno propicio para el crimen organizado, fomentada por infinidad de oportunidades, ausencia general de acción gubernamental y blindada por la falta de información fidedigna sobre cómo y dónde ocurren crímenes.
El gobierno venezolano, en particular la nueva asamblea elegida, debe retomar la obligación del país de recopilar y divulgar estadísticas del crimen. Mejores datos ayudarán a los legisladores a entender la escala real del problema y encaminarlos a las soluciones. Sin esto, la desesperada situación de seguridad en Venezuela seguramente seguirá igual o incluso empeorará, dejando atrás a El Salvador como el país más violento del hemisferio occidental.